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¿Qué hacían los buenos alemanes mientras su régimen político exterminaba sistemáticamente a una parte de la humanidad?

Por fin ha llegado el momento de pasar la nochevieja como aspiré a hacerlo toda la vida: Cenando pronto y a la cama. Parece mentira que las aspiraciones más simples del ser humano, siempre sean las más costosas de conseguir, y de carambola. Algo llevamos dentro de esa mollera, que es insustancial, ilógico e irracional hasta el extremo. Esa mollera de la que nos vanagloriamos, en esa concepción antropocéntrica del mundo, de ser los únicos seres inteligentes del planeta. Y nos quedamos tan anchos tras decirlo. Ya en mi más tierna adolescencia (aunque parezcan términos incompatibles), me cabreaba la idea de tener que pasarlo bien la última noche del año, casi por obligación. Pero entonces, solo importaba salir. Llegué a esa etapa de la vida proveniente de una tradición familiar de grandes fiestas de fin de año: con toneladas de serpentina, globos y confeti; con una pata de jamón asado decorado con huevo hilado; ponche, champán, licores; espuertas de dulces; y música, mucha música y
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Un mono con un palo

  El cine nos ha regalado no sólo historias, sino escenas memorables que son un culmen de arte en si mismas, con abstracción de la historia completa en la que se insertan. Cualquier aficionado, no es necesario ser cinéfilo, recordará entre esas cumbres, el primer cuarto de hora de la obra maestra “2001, Una odisea del espacio”, del genio Stanley Kubrick. En si misma, podría ser un cortometraje, cuya estética, cuya acción y cuya simbología nos llevan a ese universo, áspero y, a la vez, poético, para explicar algo que es brutal, pero que tiene la proyección cautivadora de la normalidad.   Extraigo de esa escena [1] sólo la imagen proyectada, sin entretenerme demasiado -y de momento-, en su explicación simbólica profunda. Me quedo con el mono y el hueso (el mono y el palo). El mono con el arma. El mono con el arma, enfurecido. El mono con el arma enfurecido, golpeando con saña cualquier cosa que caiga a su alcance. ¿Qué es esto?, nos preguntábamos cuando veíamos esta genialidad cin

¿Y si en Catar hemos perdido la poca compasión que nos quedaba?

La RAE define la compasión como “Sentimiento de pena, de ternura y de identificación ante los males de alguien ”.  Hay consenso científico, acerca de que la compasión es una sentimiento natural, un instinto que nos mueve, desde niños, a compadecernos de aquel que llora, que se queja, que se duele… Son icónicas las imágenes de niños consolando a otro niño, o a un adulto que sufre, que llora. La compasión, por más que las religiones la hayan querido fagocitar para colocarles su derecho de propiedad, intuimos que es tan vieja como la humanidad es sus estadios más tempranos. Lo percibimos de manera tan natural como el gesto empático de ayudar a un anciano, o un niño que se golpea y se cae al tropezar. Más allá de cuestionarnos si hay lesiones, o su alcance, sólo de ver a alguien que se trastabilla y cae, nos arranca de nuestra zona de confort para acudir en su ayuda. Es instintivo. No nos cuestionamos quién es, qué le pasa, qué alcance tiene el accidente. Simplemente, vamos a socorrerl

Compruebo, con estupor... ¡Que es Navidad!

Compruebo, con estupor, que el año pasado no escribí felicitación navideña marciana (sí, de marte, del planeta rojo -que hay que explicarlo todo...-, de eso que metafóricamente, es “algo raro”, “de otro planeta”, como un ser verde con pinta rara, aunque sea de un planeta rojo) Vaya, verde y rojo, como el Grinch y Papá Noel, como el primer color de la "CocaCola" y el de la sangre -dos fluidos sin los cuales no se entiende la vida…- Empecemos de nuevo, no hay estupor que valga, el 2020 no existió, fue el año de Pandemia en que nos robaron la primavera. Nos robaron el mes de abril, y año sin primavera no puede germinar, no puede vivir, por eso, aunque lo pasamos, no lo vivimos. Pobre 2020, exististe, aunque no fuiste, por eso, te tomamos manía. Como si tú tuvieras la culpa de algo. No exististe, pero nos traspasaste, y no nos quisimos despedir de ti como un año normal. 2020 penas, eso fuiste... Empecemos de nuevo. Lo he visto con absoluta tranquilidad. Me ha extrañado,